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Mulet urge una reforma electoral profunda y advierte meses decisivos para la democracia

 Mulet urge una reforma electoral profunda y advierte meses decisivos para la democracia

Edmond Mulet, secretario general del partido CABAL.

Edmond Mulet, excandidato presidencial y secretario general del partido Cabal, advierte sobre el avance de un proceso de ingobernabilidad impulsado por el llamado pacto de corruptos, en complicidad con la inacción del Congreso y la debilidad del Ejecutivo. En esta entrevista critica el uso del Ministerio Público como arma política y exige al presidente Bernardo Arévalo liderar una reforma profunda al sistema electoral. “Estamos navegando en aguas turbulentas”, afirma, al proyectar meses críticos para la democracia guatemalteca.

Según su experiencia política, ¿qué mensaje dejan las capturas de los dos exdirigentes de los 48 cantones de Totonicapán

Bueno, sabemos que el Ministerio Público ha actuado de manera parcial, porque ha habido muchas otras actividades —bloqueos, paros, manifestaciones, protestas— que también han afectado a la ciudadanía, pero en esos casos el Ministerio Público no ha actuado. Aquí vemos una acción realmente política y tendenciosa, que tiende a polarizar la situación en el país.

¿Por qué cree que se realiza esta captura ahora, casi un año y medio después de las manifestaciones de 2023? 

Sí, esa es la pregunta que nos hacemos todos, y que confirma la motivación política de las acciones del Ministerio Público. ¿Por qué no lo hicieron antes? ¿Por qué lo están haciendo ahora? ¿Por qué solamente contra ellos y no contra otros? Eso nos confirma que aquí hay una agenda vinculada a un movimiento que se ha sentido y percibido a nivel nacional, un movimiento de desestabilización, de desacreditación de las instituciones públicas y políticas en Guatemala.

Esto forma parte de un esquema, de un plan que pretende —como dije anteriormente— polarizar, desestabilizar y eventualmente crear un caos a nivel nacional. Lo cual no es conveniente para nadie, excepto para aquellos que lo están propugnando.

A propósito de ello, doctor, en ese entonces, durante el proceso de transición, se llevó a cabo una convocatoria en diciembre por parte del presidente Bernardo Arévalo, entonces presidente electo. Usted fue uno de los líderes políticos que participó en defensa de la democracia. Esto ha dado pie a una serie de narrativas que se están desarrollando en redes sociales, como hemos visto en los últimos meses, algo común cuando se quiere posicionar un tema. ¿Qué opinión le merece eso?

Sí, en efecto, he visto que hay acusaciones en mi contra y en contra de otros líderes políticos —acusaciones, entre comillas— por haber apoyado al presidente electo, Bernardo Arévalo. Hay que recordar que ese proceso de transición fue muy largo en Guatemala: duró cinco meses y medio. El presidente electo, su partido y sus candidatos, especialmente a diputados, fueron objeto de una persecución tremenda en redes sociales.

Hay que recordar incluso que el 14 de enero, el día de la toma de posesión, lo que yo llamo “la mano peluda” accionó con toda su fuerza hasta el último momento, tratando de impedir que Bernardo Arévalo tomara posesión. Y no lo logró sino hasta pasada la medianoche del 14 de enero.

Menciono todo esto porque forma parte del entorno que se vivía en Guatemala a finales de 2023. Cuando Bernardo Arévalo convocó a esa manifestación en favor de la democracia, yo me sumé de inmediato. No en favor de Bernardo Arévalo, ni del partido Semilla, sino en favor de la institucionalidad, de la gobernabilidad y, sobre todo, del respeto a la voluntad popular.

Se ha querido desnaturalizar este gobierno acusándolo de haber llegado de forma fraudulenta. Y lo he dicho muchas veces, Alejandra, y lo repito ahora: no hubo fraude. Todos sabemos que había unas 24,800 mesas a nivel nacional. Yo no tenía 24,800 fiscales, pero sí tenía 20,000. Y cuando comparamos las actas que firmaron nuestros fiscales, las mismas que firmaron los fiscales de todos los partidos políticos, los observadores y los delegados de mesa del Tribunal Supremo Electoral, el monto, la cifra, el número que aparece en cada acta es exactamente el mismo que fue subido después por el famoso TEEP y que fue anunciado oficialmente por el Tribunal Supremo Electoral.

En ese recorrido no hubo cambio, no hubo modificación. No hubo fraude. Entonces, yo me atengo a lo que sé, a lo que puedo comprobar. ¿Que me haya gustado ese resultado? Pues no. ¿Que me conviene ese resultado? Tampoco. Pero es el resultado, y hay que aceptarlo.

Mucha gente me dice: “Es que usted iba a ganar”. Eso es otra cuestión. Se contaron los votos en primera y segunda vuelta, y son reales, son auténticos.

Yo salí en defensa de ese momento importante de la vida política de Guatemala, en defensa de la institucionalidad y del respeto a la voluntad popular. Para eso están las elecciones: para que cada cuatro años podamos expresarnos, de una u otra manera.

Pero ahora hay un gran movimiento —no sé si grande o no— sobre todo en redes sociales, de grupos interesados, con mucha desinformación. El pacto de corruptos, que ahora es pacto golpista, y “la mano peluda”, no descansan. Están tratando de ver cómo, después de todo lo que ha sucedido, aún intentan desestabilizar esta situación. Y quien sufre es Guatemala.

Guatemala no está avanzando, debido a estos codazos y zancadillas que se están tratando de poner.

Debo decirle, Alejandra, que el día de esa marcha se me acercó una periodista —no recuerdo de qué medio— en medio de la caminata, y me dijo: “Mire, ¿y usted está apoyando esto? ¿Qué le van a dar?”. Le respondí: “Ay, señorita, disculpe, pero esto no es un mercado donde uno ofrece algo para que le paguen. De ninguna manera. Esto se hace por temas de integridad, de respeto a la voluntad popular, por principios. No es a cambio de absolutamente nada”.

Mucha gente cree que, porque uno apoya o no apoya, es porque recibe o no recibe algo.

...recibe algo. Pero hay valores superiores que hay que proteger y defender en Guatemala.

A la luz de los acontecimientos, ¿cree que la democracia del país sigue en riesgo?

Yo pienso que no. Creo que son patadas de ahogado, como decimos, de algunos grupos que pretendían llegar al poder y no lo lograron, gracias a Dios. Hablamos de la perpetuación de ese pacto de corruptos tremendo que veníamos sufriendo durante tanto tiempo.

Actualmente, un proceso de alteración del orden constitucional no lo veo. La gran mayoría de la población tampoco acompañaría ese proceso. Sin embargo, sí están causando mucho daño, mucha ansiedad, mucha duda. Y me temo que todo esto va a continuar hasta el último día de abril del año entrante, cuando finalmente se nombre a un nuevo —o nueva— jefa del Ministerio Público. Porque el Ministerio Público está, lastimosamente, al servicio de este proceso también.

¿Cree que se está buscando desestabilizar ese proceso?

Ah, definitivamente. Eso está claro, es evidente. Hay acciones legales permanentes: recursos, amparos, acusaciones de todo tipo provenientes de estos grupos interesados. Y sobre todo, ante la opinión pública.

En redes sociales hay muchas plataformas de personas que no dan la cara, que no se identifican, y que forman parte de este proceso. Están muy bien pagados, muy bien financiados, porque si no fuera así, no lo harían. Todo con el propósito de desestabilizar, de arrinconar, de no permitir que el gobierno pueda hacer su trabajo.

Ese es otro tema del que hablaremos en otro momento: la eficacia o efectividad de este gobierno, que ha dejado mucho que desear. Pero eso no es razón ni justificación para andar creando un proceso de inestabilidad que incluso puede llevar al caos, a una polarización en la que todos vamos a perder.

Aprovecho, Alejandra, para hacer un llamado a que primero calmemos los ánimos, nos tranquilicemos, que no caigamos en las trampas de estos grupos interesados, que no están pensando en la gente. No están pensando en quienes trabajan, en quienes producen, en quienes se esfuerzan. Están pensando solo en ellos, para eventualmente llegar al poder y seguir medrando, como lo hicieron durante tanto tiempo antes.

 ¿Se quiere poner en riesgo la gobernabilidad del país?

Sí, definitivamente. En enero del año pasado, cuando asumió el presidente Bernardo Arévalo, yo propuse —no un pacto, no una alianza—, sino un acuerdo de gobernabilidad, sobre todo a nivel legislativo. Y finalmente, con el apoyo de otras bancadas, logramos controlar la Junta Directiva del Congreso. Elegimos una directiva que no estuviera al servicio del pacto de corruptos, de quienes estaban saliendo.

No lo logramos del todo, porque ellos tenían muchos votos. Sin embargo, obtuvimos los suficientes para controlar la Junta Directiva. Si no hubiera sido así, la situación para el presidente Arévalo habría sido aún más difícil.

Ese acuerdo de gobernabilidad funcionó más o menos durante los primeros meses del año pasado. Pero ahora veo que se está desquebrajando. A nivel legislativo, en el Congreso, las fuerzas se están partiendo, se están fraccionando. Ya hay otros intereses de por medio.

Vemos, por ejemplo, ese terrible aumento de salarios que se aprobaron los diputados, y que ahora no quieren sesionar porque, en una de esas sesiones, se va a presentar una iniciativa para derogar ese aumento. Quieren llegar a fin de mes, al cierre de abril, para recibir por tercera vez su salario aumentado de forma realmente abusiva.

Algunos de esos diputados dicen que, después de tres pagos con el nuevo salario, ya se convierte en un derecho adquirido y que no se los van a poder quitar. Lo cual es falso, porque los diputados no son empleados del Estado. Son dignatarios de la Nación, por lo que no se les aplican las leyes laborales normales.

Incluso en eso hemos visto un deterioro, una degradación en el tema de la gobernabilidad, y eso no ayuda. Si el Congreso y los diputados siguen actuando de esa manera, aquí incluso se podría llegar a un momento de depuración, como el que sucedió en 1993 bajo Ramiro de León Carpio.

La presión pública puede llegar a ser tan fuerte que obligue a un remozamiento en el Congreso, lo cual tampoco es conveniente, porque eso crea caos y desestabilidad.

¿Cree que existe el escenario para que la gente se sienta motivada a exigir sus derechos por medio de manifestaciones pacíficas?

Me temo que no. Me temo que no, Alejandra. Creo que la población está preocupada por otras cosas: por el trabajo, el empleo, los ingresos, por cómo sacar adelante a su familia, la escuela, los niños…

Esa batalla cotidiana por sobrevivir aleja a los ciudadanos de temas importantes como la política. Hemos visto un desencanto ciudadano con respecto a la política, y me temo que no haya un movimiento cívico nacional para enfrentar estos abusos que están cometiendo algunos —o la mayoría— de diputados.

No lo veo. Sí he visto algunas presiones, algunos comentarios, algunas expresiones, pero no un movimiento de presión real…

…importante presión ciudadana como para realmente detener los abusos que se están cometiendo en el Congreso. No lo veo, lastimosamente.

¿Cómo ve la reacción del presidente de la República, Bernardo Arévalo, después de la captura de Luis Pacheco y Héctor Chaclán, al recordarle al Congreso que hay una iniciativa de reformas a la Ley Orgánica del Ministerio Público? ¿Esa era la vía?

Yo creo que el presidente tuvo una reacción —lo cual es normal— un poco accidentada frente a esas capturas que hizo el Ministerio Público, capturas que, a mi juicio, fueron totalmente irregulares e ilegales. El presidente reaccionó de esa forma, recordándole al Congreso esa situación.

Creo que hay muchas formas de reformar la Ley del Ministerio Público, no necesariamente a través de esa iniciativa que existe actualmente en el Congreso, la cual le permitiría al presidente remover al jefe o a la jefa del Ministerio Público. Esa facultad existía antes, pero fue modificada y ahora hay ciertos bemoles ahí.

Pero hay algo muy importante, Alejandra. En esa reforma que se hizo anteriormente a la ley del Ministerio Público se eliminó el Consejo Asesor del Ministerio Público. Ese consejo era muy importante porque tenía la participación de muchos sectores, de muchos grupos, y fue eliminado totalmente. Ese contrapeso desapareció.

Creo que una forma en que el Congreso, sin entrar de lleno al fondo del asunto, podría actuar ahora sería modificando la ley para reinstalar ese consejo. Ese sí tiene la facultad de examinar el comportamiento, el desempeño de la jefatura del Ministerio Público, y a través de esa vía podrían tomarse algunas decisiones. Pero al desaparecer ese contrapeso, el Ministerio Público actualmente no le rinde cuentas a nadie. Hace y deshace, y no tiene a quién rendirle cuentas. Ese Consejo del Ministerio Público que existía antes era algo muy positivo, y, sin embargo, ya no existe.

¿Qué habría hecho usted frente a un fenómeno político y judicial como el que los guatemaltecos estamos viviendo?

Bueno, todos tenemos nuestro estilo, nuestra forma, nuestras prioridades y nuestro equipo. Yo, en primer lugar, habría establecido un diálogo —no solamente con el Ministerio Público, sino con la sociedad en general— para impulsar la reforma del sistema judicial en Guatemala.

¿Pero se puede dialogar con el Ministerio Público?

Yo creo que si uno se sienta y habla, sí se puede. Ahorita la situación está muy polarizada. Yo me refiero al inicio, hace un año y medio. Creo que en ese momento se pudo haber hablado. Ahora es más complicado. Pero insisto: hablando se entiende la gente. Y no se trata solo del presidente. Se trata de convocar.

Yo siempre he propuesto —y siempre lo he dicho— que Guatemala no va a salir adelante sin un ABC: un Acuerdo Básico de Consenso que incluya una reforma judicial, una reforma del Ministerio Público, una nueva Ley de Servicio Civil, una ley de compras y contrataciones… Es decir, cinco o seis temas fundamentales para sacar adelante al país.

Sin ese diálogo nacional, que le corresponde al presidente de la República convocar, es difícil también entrar a discutir muchos otros subtemas importantes, como el del Ministerio Público o el de la administración de justicia en general.

Un presidente solo —cualquiera que sea— no puede alcanzar esos objetivos. Tiene que hacerlo buscando alianzas, buscando diálogo, buscando coherencia con muchos otros sectores: el sector privado, los partidos políticos, los movimientos sociales, para lograr un objetivo de beneficio nacional.

Hemos visto acciones muy separadas, independientes del Ejecutivo, en ciertas direcciones. Pero no veo una convocatoria, un llamamiento, un diálogo nacional para identificar —no son muchos— esos cinco o seis temas que deberíamos enfrentar como sociedad para salir adelante.

¿Cree que se han sumado más actores al llamado pacto de corruptos?

Sí, me temo que sí. Conozco a muchas personas que apoyaron a Bernardo Arévalo, o que, aunque no votaron por él, simpatizaban con él. Yo hablo con mucha gente, recorro el país, y en todas partes encontraba personas que daban el beneficio de la duda al presidente y a su equipo, al nuevo gobierno.

Sin embargo, el desempeño del gobierno, de los ministros que no ejecutan, que no cumplen, que no hacen, ha generado desencanto. Muchos amigos míos que simpatizaban con Bernardo Arévalo —porque es el presidente legítimo del país— ahora ya no lo apoyan. Más bien, lo critican.

Ya no encuentro realmente, a nivel nacional, a mucha gente que diga: “Sí, hay que seguir apoyando y respaldando”. Y eso ha alimentado, por supuesto, el movimiento del pacto de corruptos, de la mano peluda.

¿Están más fortalecidos?

Sí, porque los espacios hay que ocuparlos. Y si el gobierno actual no ocupa ciertos espacios, o pierde el apoyo popular, eso fortalece al otro grupo.

Usted me preguntaba antes si estamos en peligro de llegar a una situación de rompimiento del orden constitucional, o de un caos absoluto. Yo creo que no. La mano peluda va a seguir actuando, va a seguir desgastando, pero las condiciones no están dadas para que haya un rompimiento constitucional. Aunque lo van a seguir intentando.

Y el desempeño del gobierno tampoco ayuda. La mano peluda se aprovecha de cualquier errorcito, lo magnifica. Hay mucha desinformación también. Y el gobierno no ha tenido la capacidad de comunicar…

Muchas veces, en muchas situaciones, la gente ve los caminos, las carreteras, la basura por todas partes y siente que no se avanza en casi nada. Eso alimenta el pacto de corruptos, el pacto golpista. Eso no quiere decir que eso sea motivo para dar un manotazo inconstitucional de ninguna manera. Así como yo salí en diciembre de 2023 en esa caminata en favor de la democracia, voy a seguir luchando por ella. Sobre todo, porque si a alguien le consta que los resultados electorales son auténticos y legítimos, es a mí. Y si lo dice alguien de quien se decía que iba a ganar, pues creo que eso tiene algún valor.

¿Cuáles son los riesgos políticos y sociales que se observan de aquí a mayo de 2026?

Vamos a seguir viendo acciones del Ministerio Público, que es el arma legal del pacto de corruptos y del pacto golpista. La mano peluda va a seguir actuando. Me temo que el desencanto frente al gobierno también seguirá creciendo, y eso no ayuda. Los ciudadanos debemos tener muy claro que hay mucha manipulación, tergiversación y desinformación. Todo eso sirve a ciertos grupos, no a Guatemala ni a los guatemaltecos.

Tenemos que entender las intenciones detrás de estos movimientos que están afectando el desarrollo del país, el crecimiento económico e incluso sectores como el turismo. A nadie le interesa el caos, excepto a quienes quieren sacar provecho de él. Por eso, debemos seguir apoyando la institucionalidad, el respeto a la voluntad popular y, en lo que se pueda, la gobernabilidad.

Ya vendrá el proceso electoral. Se presentarán opciones, candidaturas y planes de gobierno para que la gente elija. Pero aprovechemos estos dos años y medio que le quedan a este gobierno para hacer lo importante. Todos debemos trabajar.

Yo he hecho llamados a un acuerdo nacional que considero fundamental, pero hasta ahora no ha habido eco. Sin embargo, sí seguiremos viendo acciones legales, órdenes de captura, manipulación por parte de ciertos grupos. Lamentablemente, también hemos visto jueces y magistrados que se prestan a ese juego. Por eso es necesaria una reforma judicial, un diálogo nacional para transformar el sistema de justicia.

Hace algunos años se intentó implementar una reforma judicial, pero no fue apoyada. Es un tema que hay que retomar.

¿Y si no hay acuerdos cómo se puede encontrar justicia en los casos de corrupción pendientes de resolver?

Como dije antes, hay temas fundamentales en Guatemala a los que no se les está prestando atención. Y eso también forma parte de una estrategia para que la ciudadanía no despierte ante los asuntos realmente importantes.

Lo que nos están llevando a comentar ahora son temas superficiales.

¿Están ganando tiempo? 

Me temo que sí. Creo que están ganando tiempo, adeptos y el momentum en este proceso. No creo que logren su objetivo, porque hay muchos otros factores importantes, incluyendo la postura de Estados Unidos, que no permitiría un manotazo de esa naturaleza. Pero, como dije, sí le están complicando la vida no solo al gobierno, sino a todos los guatemaltecos, y eso no se vale.

El único que puede destrabar esta situación es el presidente, es el gobierno. Le corresponde convocar, llamar, y dialogar, sin importar con quién. Incluso debe hablar con ciertos grupos y sectores, y hacer un llamado a la unidad nacional.

La polarización en la que estamos cayendo es responsabilidad de todos. No nos estamos dando cuenta de que no estamos asumiendo esa responsabilidad colectiva. Y eso está facilitando que el país se dirija a una situación de profunda ingobernabilidad. Eso es lo que más me preocupa.

Sí, me temo que esas fuerzas están avanzando y que el actuar del gobierno no está ayudando a contrarrestarlas.

 

 

Usted publicó recientemente un libro, doctor: Bitácora de un viaje por el pantano. ¿Guatemala sigue navegando en ese pantano?

En efecto. Es un libro que relata algunas experiencias de la última campaña electoral, y sí, no hemos salido del pantano. Creo que estamos más inmersos todavía.

Hay que reconocer que el pacto de corruptos y la gente que estaba alrededor del gobierno anterior —los grandes negocios, las grandes corrupciones— enfrentan hoy cierta resistencia. Pero la estructura del pacto, la fibra de la mano peluda, sigue ahí. Y lo vemos manifestarse todos los días.

En ese pantano todavía hay lagartos, serpientes, culebras, sapos… todo tipo de cosas que siguen ahí. Pero también, en el pantano, hay flores bellísimas y mariposas.

—…y pájaros. O sea que en el pantano hay de todo: hay algo bueno, hay algo malo, y tenemos que ver cómo limpiamos ese pantano de todo lo malo, y que Guatemala realmente vale la pena, merece la pena. Ojalá también los guatemaltecos despertemos y nos demos cuenta de que nos están tratando de manipular, nos están tratando de llevar a una situación de ingobernabilidad que solamente sirve a los intereses de unos pocos, pero no a los intereses de los guatemaltecos.

—Después de la experiencia vivida en el último proceso electoral, ¿cómo ve su futuro político?

—Bueno, todavía no estamos en ese momento. Vamos a ver…
Pero más allá de eso, poniendo los pies sobre la tierra y de acuerdo con lo que uno ha vivido, con lo que piensa de lo que está sucediendo en el país, todas esas experiencias, esas capacidades, esas vivencias que uno ha tenido, he tratado de ponerlas al servicio de Guatemala. Y eso va a seguir, de alguna u otra manera, en cualquier lugar, en cualquier posición en la que uno se encuentre, en cualquier oportunidad que uno tenga de servir. Voy a seguir, definitivamente, tratando de esclarecer, de compartir mis experiencias, tratando de que la gente también vaya conociendo los efectos negativos que hay para un país cuando se entra en un proceso como el que nos están tratando de llevar.
Yo trabajé muchos años en Naciones Unidas, y mi trabajo era esencialmente administrar estados fallidos. Y eso es algo que yo no quisiera que le pasara a Guatemala.

—¿Pero va camino a eso?

—Bueno, íbamos camino a eso. Íbamos camino a eso, definitivamente, antes de la última elección. Y si el resultado electoral hubiera sido distinto, si alguno de los tres partidos o candidatos que estaban al servicio del pacto corrupto hubiera ganado, el proceso de deterioro y degradación nacional se habría acelerado.
Yo creo que el resultado electoral de 2023 dio un giro a ese camino que llevábamos. Pero ahora, de nuevo, si permitimos que esta “mano peluda” alcance sus objetivos, volveremos a caer. Y estaríamos más cerca de convertirnos en un estado fallido.
Todavía Guatemala no es un estado fallido. Estamos lejos de eso. Pero hay que tener mucho, mucho cuidado. Yo conocí muchos países exitosos, desarrollados, ricos, realmente fantásticos, que llegaron a convertirse en estados fallidos.
Entonces, tenemos que tener mucho cuidado, porque si eso les sucedió a otros países, no hay ninguna razón para pensar que no pueda suceder aquí en Guatemala.

—Entonces, ¿cuál es el camino?

—El camino es que el presidente asuma su responsabilidad. Que el presidente de la República ocupe los espacios que le corresponden constitucionalmente. Que dirija, que conduzca, que lidere un movimiento de salvación nacional.
Le quiero dar un ejemplo: yo soy el secretario general del partido político Cabal y nunca el presidente de la República me ha llamado, nunca me ha hablado para absolutamente nada. Incluso hemos apoyado en el Congreso, con nuestra bancada —o lo que queda de la bancada de diputados de Cabal— en lo que se puede. Pero no formamos parte de un gran esquema nacional.
Y no es que andemos buscando beneficios personales, ni posiciones, ni nombramientos. Absolutamente nada. Es una cuestión de buscar un camino conjunto. Y no he visto, por parte del Ejecutivo, esas acciones que creo que son necesarias para sacar adelante al país.
Y eso se da en todos los países del mundo. Bernardo Arévalo trabajó muchos años en una ONG que se llama Interpeace. Trabajó en Ginebra, y su trabajo era ese: lo mandaban a países donde había problemas políticos, étnicos, religiosos o de seguridad. Lo mandaban a esos países y él era especialista en diálogo, en traer a las partes, en llegar a compromisos, en llegar a acuerdos.
Entonces, yo pensé que Bernardo Arévalo, con esa experiencia que tenía de su trabajo anterior, aplicaría eso en Guatemala. Pero no lo he visto.
Entonces, el llamamiento sigue ahí: para que el Gobierno y el presidente asuman esa responsabilidad de conducción de la vida nacional, de convocatoria.
Yo sé que no es fácil, es complicado, es difícil. Hay muchas agendas, muchos intereses. Incluso hay negocios de gente a la que no le interesan este tipo de cosas. Pero es la única forma: es el diálogo, es abrirse con el sector privado, con los partidos políticos, con la sociedad civil, con muchos sectores.
Todo el mundo tiene algo que decir, y muchas de las cosas que todos tienen que decir son válidas. Y creo que podemos trabajar juntos en identificar esos temas importantes.

— Usted mencionó que no pasa nada con el tema del aumento salarial a los diputados. Como secretario general del partido Cabal  ¿no le ha pedido a sus diputados que sean un poco más enérgicos con esa lucha para suspenderlo definitivamente?

—Sí, claro. Ya el Comité Ejecutivo instruyó a la bancada de diputados para que, en la primera oportunidad, se presente una propuesta, una iniciativa de acuerdo legislativo para derogar ese aumento.
Y se advirtió también que los diputados que no firmen esa iniciativa de acuerdo legislativo serán expulsados del partido.
Hasta ahorita creo que van como 12, 13 o 14 firmas. Todavía faltan algunas y esperamos reunir todas las necesarias.

 

—También de otros partidos políticos. Pero, ¿por qué tarda tanto? ¿Por qué cree que pareciera que los diputados se tiran la pelota entre unos y otros, que no hay sesiones, que no hay convocatoria, pero no hay una postura enérgica pública que exija convocar? Se han buscado reuniones de jefes de bloque y han llegado solo dos o tres. ¿Qué indica eso?

—Eso indica que no hay voluntad de la mayoría de bloques en el Congreso de la República. Creen que, al no reunirse ni derogar este aumento, seguirán teniendo esos ingresos. No se dan cuenta de que ninguno de esos diputados será reelecto, y ellos quieren reelegirse una y otra vez. Pero la gente les pasará la factura.

Un alcalde me dijo hace poco, a principios de todo este tema del aumento salarial: “No se preocupe, en un rato eso se olvida.” Le respondí: “Esto no se va a olvidar. Están las redes sociales y la gente va a recordar, vamos a hacer una lista de los diputados que votaron a favor y de los que no quisieron derogar ese acuerdo legislativo.” La gente no se va a olvidar.

Los diputados están jugando con fuego y pensando solo en su beneficio personal, sin considerar el efecto que esto puede tener a nivel nacional. Con estas actitudes, están colaborando con ese proceso de ingobernabilidad y desestabilización que “la mano peluda” está buscando. Por eso hay que tener mucho cuidado: muchas veces, de forma inadvertida, algunos grupos y sectores participan en este proceso.

—Para finalizar, y poniendo nuevamente sobre la mesa el tema que nos trajo para esta entrevista: si no se observa más liderazgo ni acciones concretas encaminadas a sanear la política del país, ¿qué nos espera en Guatemala en los próximos meses?

—Todo está vinculado al tema político y electoral. En la Comisión de Asuntos Electorales del Congreso de la República presentaron el año pasado una propuesta que, disculpe la palabra, es un mamarracho. No van al fondo del tema de las reformas electorales necesarias en nuestro país.

Nada cambiará hasta que no cambiemos el sistema de elección, hasta que no eliminemos esas listas. Pregútele a cualquier guatemalteco quién es su diputado, quién lo representa, cuál es su voz en el Congreso, y nadie lo sabe. Eso no es democrático, no es representativo. En Guatemala no hay vínculo entre elector y elegido.

El diputado hace lo que quiere, no rinde cuentas y no pasa nada. Hasta que no cambiemos las listas y podamos votar en listas abiertas, por personas y no por partidos, este problema de cinismo colectivo seguirá en el Congreso.

Creo que el presidente, ya que el Congreso no lo hace, debería tomar la iniciativa, reunir grupos y presentar una iniciativa de reforma electoral fundamental que transforme positivamente al país. Pero ni siquiera en eso vemos acción.

—Mientras tanto,  hay jueces y fiscales en el exilio, periodistas también, ¿qué se puede esperar en todo este proceso?

—Es difícil, Alejandra. Creo que esto se resolverá antes de abril del próximo año, cuando pueda designarse un nuevo responsable en la jefatura del Ministerio Público.

Me temo que este proceso de deterioro y desgaste va a continuar. La “mano peluda” sabe que en abril del año entrante se les termina la fiesta: el arma que tienen, el Ministerio Público, llegará a su fin.

Van a intentar hacer todo lo necesario antes de que termine este año para seguir desestabilizando en beneficio propio. Me temo que tendremos meses muy complicados en el país, con las acciones del pacto corruptos, el pacto golpista, y también la inacción del Ejecutivo. Son dos elementos que contribuyen a esta inestabilidad.

—Bien, pues doctor Mulet, muchas gracias por haber conversado con nosotros en este espacio.

—Lamento ser un poco pesimista, pero esa es la realidad y la verdad. Quisiera ser más positivo. Creo que este es un momento político difícil que vamos a dejar atrás y que se superará. Pronto veremos que quedará para la historia.

Pero mientras tanto, tendremos que navegar en estas aguas un poco turbulentas. Muchas gracias.

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Ver tambien: Captura de los exdirigentes de los 48 Cantones: ¿Sigue en peligro la democracia?

 

 

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